EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE OCTAVIO PAZ
- Domingo Araya
- 10 oct 2020
- 5 Min. de lectura
Octavio Paz, poeta y ensayista mexicano, puede iluminarnos en el momento
especialmente convulso en el que vivimos. En medio de una América que
“titubea entre los fantasmas de la demagogia populista y el militarismo”,
apuesta por una democracia liberal que reúna lo mejor del liberalismo y del
socialismo, la síntesis de libertad y justicia, a través de la fraternidad. El
verdadero socialismo, a diferencia de las ideocracias totalitarias que pretenden
serlo defiende las libertades individuales, el pluralismo democrático y el respeto
a las minorías y a los disidentes.
Dice Yvon Grenier en el “Prólogo” a Sueño en libertad. Escritos políticos. Seix
Barral, Barcelona, 2001): “Si debemos concluir con una síntesis del
pensamiento político de Paz en una sola frase, ésta podría ser: no hay
fraternidad ni justicia sin libertad; y no existe libertad si no se preserva su
naturaleza profunda, que siempre está en potencia y no es algo que se alcance
de una vez por todas…”
Entendemos por democracia, a grandes rasgos y siguiendo a Sartori, a “una
sociedad libre, no oprimida por un poder político discrecional e incontrolable, ni
dominada por una oligarquía cerrada y restringida, en la cual los gobernantes
respondan a los gobernados. Hay democracia cuando existe una sociedad
abierta en la que la relación entre los gobernantes y los gobernados es
entendida en el sentido en que el Estado está al servicio de los ciudadanos y
no los ciudadanos al servicio del Estado, en la cual el gobierno existe para el
pueblo y no viceversa.” (G. Sartori, ¿Qué es la democracia? Taurus, España,
2003, p. 43).
Pienso, junto a Octavio Paz, que el liberalismo democrático (no el
neoliberalismo), es un pensamiento político crítico, cuyo fundamento es la
libertad que otorga la autonomía de las conciencias y que rechaza una
metahistoria que todo lo justifica. Es el modo de convivir más civilizado y
respetuoso del otro que hemos inventado los humanos. Es importante, dice
Paz, complementar el valor libertad con el valor solidaridad, que proviene de la
tradición socialista. Pensaba Paz que se ha olvidado la fraternidad y que
volviendo a ella podríamos acortar la distancia entre la libertad y la justicia.
¿Qué es el mercado? Es lo que mueve la economía, el intercambio de bienes,
y es un mecanismo ciego que podemos y debemos humanizar para que no nos
aniquile y esclavice. No podemos permitir que las leyes del mercado invadan
ámbitos de la vida ajenos al mismo. De lo contrario, todo se convierte en
mercancía. La pasión dominante en el sistema actual dominado por el mercado
es la de consumir. Contra esta pasión absurda nos recuerda la virtud entendida
como autodominio. De no hacerlo decaeremos hacia un conformismo vulgar o
masificación hedonista, cuando no hacia nuevas y más atroces matanzas.
Democracia es pluralismo, diálogo, división de poderes, descentralización,
autonomía de las regiones, protagonismo de la sociedad civil, creatividad
popular, respeto a las minorías, cuidado de los derechos de los individuos,
transparencia, respeto a la Constitución legítimamente creada, reducción y
humanización de la burocracia… Para Paz la crítica es el medio para no caer
en el dogmatismo de los absolutos, “nuestra única brújula moral” y es la
esencia de la democracia. La crítica nos hace ver “la relatividad de los valores y
de los actos políticos e históricos” y, por lo mismo, nos prohíbe el fanatismo. La
democracia es un sistema de convivencia civilizada de personas, ideas,
religiones y filosofías. Es un método que nos permite convivir con personas
diferentes, que la mayoría acepte a las minorías y éstas a la mayoría. Piensa
que en democracia los seres humanos podemos deliberar y decidir con libertad
los asuntos que nos incumben a todos.
Dice Octavio Paz que hace falta un nuevo pensamiento político: “Necesitamos
nuevas respuestas a las viejas preguntas… El nuevo pensamiento político no
podrá renunciar a lo que he llamado “la otra voz”, la voz de la imaginación
poética.” La voz poética tendrá como objetivo sugerir, insinuar e inspirar
mediante la imaginación, que “es capaz de poner en relación realidades
contrarias o disímbolas… La poesía es el antídoto de la técnica y del mercado”.
Los poetas son visionarios que pueden ayudarnos a ver soluciones que la
razón no ve a los problemas que nos han llevado al borde del precipicio. El
siglo XX fue especialmente inepto para encontrar una salida a los problemas
del mundo moderno. El nefasto invento político de este sangriento siglo fue el
totalitarismo, tanto en su versión nazi como en la estaliniana. Se produjo
también el mito de la Revolución, en cuyo nombre se inmolaron millones de
personas.
Frente a estas tentativas fallidas, Paz nos llama a defender las instituciones
libres de las sociedades democráticas occidentales y defender los gérmenes de
libertad al margen de la intoxicación ideológica que nos ciega frente a lo
evidente. La crítica de Paz no se reduce al sistema socialista soviético, chino o
cubano, sino también al neoliberalismo, cuando dice: “Poseído por el afán de
lucro, que lo hace girar y girar sin fin, se alimenta de nosotros, seamos
capitalistas o trabajadores, hasta que, viejos o enfermos nos avienta como un
desecho más al hospital o al asilo…El mercado no se detiene nunca y cubre la
tierra con gigantescas pirámides de basura y desperdicios; envenena los ríos y
los lagos; vuelve desiertos las selvas… corrompe el aire, la tierra y el agua…”
Piensa Paz que el ecologismo es la expresión del deseo de participación y de
veneración en el gran Todo. A propósito, dice: “el ecologismo, a pesar de sus
ocasionales extravíos, nos muestra que es posible recobrar la facultad de
venerar. Esta facultad es la única que puede abrirnos las puertas de la
fraternidad con los hombres y la naturaleza. Sin fraternidad, la democracia se
extravía en el nihilismo de la relatividad, antesala de la vida anónima de las
sociedades modernas”.
Lo mismo que en el caso de los nacionalismos, en cuanto al mercado, Paz no
propone su supresión, sino la transformación y humanización. Es necesario
salir de la tradicional y obsoleta división entre la izquierda y la derecha y
sustituirla por la de una mente abierta o cerrada, dogmática o crítica,
absolutista o relativista. Esta nueva mentalidad se consigue mediante una
auténtica educación que, casi siempre, es una autoeducación. Las escuelas y
los profesores dejan mucho que desear y no podemos esperar ese cambio de
ellos.
Mirando el fin del siglo XX en América Latina, Paz dice: “Veo una ausencia de
proyectos. Si vuelvo la cara hacia la derecha veo a gente atareada haciendo
dinero; si la vuelvo a la izquierda, veo gente discutiendo. Las ideas se han
evaporado… Hemos descubierto que vivimos en un planeta finito y con
recursos finitos… ¿por qué no ponernos a pensar por nuestra cuenta, por qué
no inventar soluciones?”
Si observamos la explosión social en Chile en 2019 con la mirada de Octavio
Paz, diremos que tanto el neoliberalismo como el antiguo proyecto de la
izquierda marxista son inservibles y que, por lo mismo, hay que inventar una
nueva vía. Este nuevo proyecto estará más allá de la izquierda y de la derecha
tradicional, será liberal, socialista y ecológico. Permanecerá fiel a los principios
democráticos de libertades individuales y a los anhelos de justicia social,
superará el individualismo codicioso por una auténtica solidaridad, el
consumismo por la austeridad y el cuidado del medio ambiente, creará un
nuevo modelo de desarrollo, profundizará en el ideal democrático haciendo los
cambios necesarios para evitar lo que Rafael Gumucio Rivas llama “monarquía
que dura cuatro años”. Para evitar el “bonapartismo” Gumucio propone los
plebiscitos revocatorios de mandato. La democracia es imperfecta pero
perfectible y solo se puede perfeccionar democráticamente, aunque sea más
lenta que la Revolución, que es muy rápida pero que también degenera
rápidamente en dictadura.
Domingo Araya, Madrid, diciembre de 2019.
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