POR QUÉ SIGO PINTANDO
- Domingo Araya
- 1 dic 2014
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 21 abr 2020
Empecé a pintar hace 14 años, cuando tenía 51 años. No he estudiado en escuelas de arte, soy autodidacta. La realidad y los grandes pintores han sido mis maestros. No sigo ninguna corriente ni tendencia artística. Cuando veo algo que me gusta mucho, me dan ganas de pintarlo. A veces se me ocurre una idea e intento pintarla. Casi siempre pinto mirando algo de la realidad, a lo que le agrego mis sentimientos o fantasías. Disfruto mucho pintando inmerso en el paisaje, aunque si no es posible, utilizo la cámara fotográfica y pinto en mi casa. Elijo algo del mundo que me llama para pintarlo. También me gusta copiar a grandes pintores, como C.D. Friedrich, Böcklin, Goya, S. Abril y otros que he visto en los museos y que no recuerdo sus nombres, pero que sus cuadros me han encantado, lo he fotografiado y los he pintado.
Siento gran placer al pintar, y eso me basta para seguir haciéndolo. También me agrada cuando alguien quiere un cuadro mío y lo pone en su casa. La mayoría de mis cuadros los he regalado a amistades y familiares y es como manifestarles mi amor. Si vendo es a un precio simbólico.
Cuando pinto un cuadro, pienso mucho en él y se me ocurren ideas para ir agregándole, a veces por la noche. El inconsciente participa en el cuadro. De repente, siento que el cuadro está terminado y lo dejo y no lo vuelvo a tocar o, muchos años después, lo retomo. He pintado muchos cuadros encima de otros más antiguos. Otros los he mejorado.

Al pintar rindo culto al mundo en su verdad y en su belleza. También expreso mi gratitud por poder ver la luz del mundo, los colores, las formas.
Bogotá Diciembre 2014
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