Viaje de ida y vuelta
- Domingo Araya
- 25 abr 2020
- 1 Min. de lectura
Daniel nació en otoño. A las pocas horas de ver la luz, su madre dejó de existir. Antes de desaparecer, lo tomó en sus brazos, lo abrazó y le dijo: “Siempre estaré a tu lado, por más lejos que vayas”.
Siendo adolescente, sin saber por qué, abandonó su país, cruzó la cordillera y la pampa y se embarcó rumbo a Europa. En un valle, rodeado de altas cumbres, volvió la vista hacia la patria perdida y sintió angustia.
Se instaló en una ciudad gótica, y se le fue borrando la infancia. Una tarde, mirando correr el río, en medio de un remolino vio el rostro de su madre y decidió regresar a esa tierra montañosa, de donde nunca había salido.
Al llegar, abrazó y besó la hierba. Sintió que una ola de amor lo envolvía.
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